Dispensacionalismo III: Dispensación de la Conciencia
Desde hace mucho que no pasaba por este blog, pero he decidido continuar con lo que empecé, la segunda dispensación está aquí, a continuación los detalles:
La segunda dispensación es llamada la
‘Dispensación de la Conciencia,’ y duró desde el tiempo de la
expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén, hasta el Diluvio (Génesis
3:8-8:22).
Como resultado de la desobediencia, el hombre
llegó a poseer un conocimiento personal y experimental del bien y del mal, del
bien como obediencia, y del mal como desobediencia de la voluntad de Dios,
según ésta era conocida por el hombre. Fue por el conocimiento del bien y del
mal, que la conciencia del hombre despertó.
Esta dispensación demuestra lo que la
humanidad hará si se le deja a su voluntad y conciencia, la cual ha sido
contaminada por su heredada naturaleza pecaminosa y pasada de generación en generación.
Los cinco aspectos más importantes de esta
dispensación son:
1) Una maldición sobre la serpiente.
2) Un cambio en la feminidad y la maternidad.
3) Una maldición sobre la naturaleza.
4) Una imposición de trabajo sobre la humanidad
para producir comida.
5) La promesa de Cristo como la simiente que
heriría a la serpiente en la cabeza (Satanás).
Aunque todavía no había llegado la Ley como
tal, los hombres tenían la ley natural a partir de ese momento. La Conciencia
advierte del pecado, sea a través de la llamada ley natural o de la Ley de
Dios, pero no salva por sí misma. El pecado sólo puede ser perdonado por la
sangre del Codero de Dios, y no por méritos propios.
El hombre, por el dictamen de su conciencia,
tenía la responsabilidad de hacer todo el bien que le era conocido, y evitar
todo el mal cual él era consciente, acercándose a Dios mediante sacrificios.
Lamentablemente, eso no funcionó, porque “el intento del corazón del hombre es
malo desde su juventud” (Gn. 8: 21), lo cual nos lleva a concluir que la naturaleza perfecta y buena que Dios había puesto en él había sido corrompida y el resultado fue que en el tiempo de
Noé, la “maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de
los pensamientos del corazón era de continuo el mal” (Gn. 6: 5), y Dios decidió
acabar con la raza humana absolutamente ya pervertida (v. 7), y sólo Noé y los
suyos escaparon a ese juicio de destrucción. En ese sentido, esa dispensación
terminó también, aunque los hombres, incluido Noé y los suyos, siguieron con
sus conciencias como hasta ahora.
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